Geopolítica Simplificada

70. La Guerra de los Chips Ha Comenzado (Publicado en Septiembre 2025)

En las últimas semanas ocurrieron tres hechos clave que marcan el inicio en la guerra de los chips, eje de la carrera por la inteligencia artificial entre Estados Unidos y China. El primero fue que China prohibió a sus compañías tecnológicas comprar chips de Nvidia, los más avanzados del mundo. Con esta medida Xi busca impulsar el desarrollo de chips domésticos de empresas como Huawei y reducir su dependencia de Nvidia, que al ser estadounidense está siempre condicionada por Washington.

Los otros dos hechos están vinculados con Intel, que durante décadas fue la compañía líder en semiconductores, pero en los últimos años quedó rezagada. Primero, el gobierno estadounidense anunció una inversión del 10% en Intel y, semanas después, Nvidia invirtió 5.000 millones de dólares en la empresa. Intel y TSMC están construyendo nuevas fábricas en Estados Unidos para producir chips de última generación. Actualmente, el 66% de los chips de Nvidia se fabrican en plantas de TSMC en Taiwán, a solo 100 km de China. Washington tomó la decisión estratégica de no depender de esas instalaciones en Taiwán en el largo plazo, y para ello necesita a Intel.

Mitos Comunes:

  • Estados Unidos no invierte de forma directa en empresas. Aunque se critique a la administración de Trump por ejercer un capitalismo estatista, similar al de China o Rusia, no es la primera vez que Washington apoya directamente a compañías privadas. Cuando el interés nacional lo exige, el Estado norteamericano no duda en inyectar capital a empresas privadas. Así ocurrió en la crisis financiera de 2008, cuando se rescataron a las automotrices que estaban al borde de la quiebra y amenazaban con dejar sin empleo a cientos de miles de trabajadores. Estas inversiones, aunque sean “pasivas”, en la práctica le confieren al gobierno influencia directa en estas compañías.

Mis Predicciones:

  • Estados Unidos y China crearán sus propios ecosistemas para desarrollar chips. La producción de semiconductores para inteligencia artificial requiere inversiones de miles de millones de dólares por planta. Las compañías privadas no tienen el capital suficiente para avanzar con tanta rapidez; necesitan tres condiciones básicas: la demanda global de empresas extranjeras que desarrollan modelos de IA, robótica y otras tecnologías; la demanda de compañías tecnológicas locales; y el respaldo financiero de sus gobiernos. Ambos países volcarán recursos públicos para que sus campeones nacionales sean competitivos. Incluso restringirán a sus propias empresas la compra de chips extranjeros más avanzados o baratos, obligándolas a sostener la industria local.
  • Los poderosos CEO de las grandes tecnológicas responderán a los líderes políticos de sus países. Hoy Nvidia es la empresa más valiosa del mundo. Su CEO nació en Taiwán, pero es ciudadano estadounidense, y aunque preferiría venderle chips a China (incluso diseñó versiones limitadas para cumplir con las reglas de Washington) el gobierno chino directamente prohibió a sus compañías seguir comprando productos de Nvidia. Aunque el CEO lo niegue, no sería extraño que Trump le haya pedido personalmente que invierta en Intel. Lo mismo ocurre con todos los ejecutivos de estas empresas: en ambos países, no pueden decidir inversiones millonarias o exportaciones de tecnología sensible sin el visto bueno del gobierno.
  • La posición de Taiwán se debilitará con el tiempo. Durante años, el gobierno taiwanés se enorgulleció del “escudo de silicón” creado por TSMC: Estados Unidos debía defender la isla porque dependía de sus chips. Pero Washington no puede quedarse solo con ese plan A. Hoy el ecosistema de Nvidia depende de TSMC y, por lo tanto, de Taiwán. Con las nuevas inversiones en Intel, Washington busca replicar ese ecosistema dentro del propio territorio estadounidense. No será lo más eficiente, pero con tiempo y mucho dinero lo conseguirá. Estas inversiones son apenas el comienzo de un esfuerzo sostenido para crear nuevas plantas fuera de Taiwán. En esta nueva era de rivalidad entre Estados Unidos y China, el poder no se mide solo por la innovación tecnológica, sino por la capacidad de construir esa tecnología en suelo propio. Paradójicamente, la reducción de la dependencia de Estados Unidos respecto a los chips de Taiwán aumenta el riesgo de que Pekín se sienta liberado para forzar la anexión. La gran pregunta es si China recurrirá a la fuerza militar o apostará por otros métodos de presión, y en qué momento.

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