Geopolítica Simplificada

69. Un Nuevo Mundo con Menos Gente (Publicado en Septiembre 2025)

Antecedentes:

Por primera vez en la historia de la humanidad, la población mundial comienza a decrecer sin que se producto de guerras, pandemias o hambrunas generalizadas. Prácticamente todos los países muestran tasas de fertilidad por debajo de 2.1 hijos por mujer. La única excepción son los países del África Subsahariana, como Kenia o la República Democrática del Congo, que aún promedian alrededor de 3.5 hijos por mujer, aunque incluso allí la tendencia es descendente en los últimos años. La región donde la caída es más pronunciada es el Este de Asia y Rusia: China, Corea del Sur, Taiwán y Japón presentan tasas cercanas o inferiores a 1.5. Las políticas estatales de subsidios económicos o guarderías gratuitas no han logrado revertir esta tendencia. Europa, Sudamérica, Oceanía e incluso India ya se encuentran por debajo del nivel de reemplazo. En Estados Unidos, la natalidad también está por debajo de 2.1, pero su población sigue creciendo gracias a la inmigración.

Mitos Comunes:

  • Solo los países ricos tienen menos hijos: El principal factor que determina cuántos hijos tendrá una mujer no es la riqueza de su familia ni el nivel económico de su país, sino cuántos hijos desea tener. Producto del uso generalizado de métodos anticonceptivos y la creciente autonomía femenina, prácticamente todas las mujeres del mundo pueden decidir la cantidad de hijos que tendrán.

Mis Predicciones:

  • China sufrirá las consecuencias de la política del hijo único. Aunque hace años ya no está vigente, los chinos siguen siendo renuentes a tener más de uno o dos hijos. El país se está quedando rápidamente sin jóvenes, lo que obliga a los adultos de entre 40 y 60 años a ahorrar para su jubilación y consumir menos en el presente. Esto frena el crecimiento económico de largo plazo. En su creciente rivalidad con Estados Unidos, China debe resolver cómo estimular el consumo interno en una sociedad que cada vez tendrá menos jóvenes que puedan pagar por los servicios sociales de sus jubilados.
  • Rusia se volverá cada vez más desértica en términos demográficos. El país más grande del mundo pierde población a gran velocidad. La tasa de fertilidad está por debajo de 1.4 hijos por mujer y la esperanza de vida es baja, apenas 73 años, debido a la alta mortalidad masculina de mediana edad vinculada al tabaquismo, el alcoholismo y, más recientemente, la guerra en Ucrania. Uno de los motivos estratégicos de Putin para invadir Ucrania fue obtener más territorio y, con ello, más niños y jóvenes, una lógica que podría inspirar futuras aventuras militares sobre exrepúblicas soviéticas.
  • La asimetría demográfica entre África y Europa seguirá creciendo. La presión migratoria hacia el norte aumentará mientras que África Subsahariana permanezca siga atrapada en conflictos armados y estancamiento económico. Europa, por su parte, endurecerá sus políticas anti inmigratorias, aceptando solo flujos migratorios selectivos con afinidad cultural, como el caso de España con países latinoamericanos.
  • Estados Unidos será la gran excepción entre los países desarrollados. Su tasa de fertilidad ronda el 1.6 pero la inmigración mantiene el crecimiento poblacional. En otros países desarrollados, la inmigración no compensa la caída drástica de la natalidad. El dinamismo demográfico estadounidense sostiene su crecimiento económico y es uno de los pilares de su competencia con China.
  • Los países en general tendrán menos propensión a la guerra. Aunque la tecnología gana peso en los conflictos modernos, todavía se necesitan soldados para ocupar territorios y sostener las líneas logísticas que alimentan el frente de batalla. A los países desarrollados les cuesta cada vez más reclutar jóvenes, y con el tiempo esta dificultad se extenderá al resto del mundo. Además, los propios líderes evitarán sacrificar a sus jóvenes, conscientes de que son los futuros padres de nuevas generaciones. Hoy ya lo vemos en Ucrania, que intenta no reclutar menores de 25 años. Las sociedades envejecidas, además, tienden a ser más reacias tanto a la guerra como a las revoluciones violentas. Ser menos y más viejos en promedio pueden tener consecuencias buenas para la paz.

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