Geopolítica Simplificada

47. Los Hiperescaladores y el nuevo orden tecnológico-militar

Antecedentes:

Los hiperescaladores son las grandes empresas tecnológicas con presencia global como Amazon, Google, Meta, Apple, SpaceX, Microsoft, OpenAI en Estados Unidos, o Alibaba, Tencent, Huawei y Baidu en China. Generan miles de millones de dólares al año y reinvierten rápidamente esas ganancias en nuevos proyectos. Contratan al mejor talento técnico del mundo, cuentan con los mejores lobbistas para influir en las políticas públicas y sus CEOs tienen llegada directa a los líderes políticos globales.

Estas compañías controlan buena parte de la infraestructura tecnológica mundial. Son dueñas de los cables de fibra óptica que cruzan los océanos y de los satélites que transportan internet. Por ejemplo, Google es hoy el mayor propietario de cables submarinos, y SpaceX lidera en satélites gracias a su constelación Starlink.

Pero, sobre todo, están desarrollando los modelos más avanzados de inteligencia artificial, clave en la competencia global. Se los llama hiperescaladores porque ninguna otra organización privada en la historia ha concentrado tanto capital para transformar industrias enteras en cuestión de meses. Estas compañías son fundamentales tanto para el futuro de la seguridad global como para la creciente competencia entre China y Estados Unidos. Tienen el potencial de mejorar la productividad de las economías, pero también de revolucionar la forma en que se lucha una guerra.

Mitos comunes:

•       Estas empresas funcionan de forma autónoma a sus gobiernos. Ya quedaron atrás los tiempos en que Google se negaba a colaborar con el Pentágono y declaraba que su misión era simplemente “hacer el bien”. Hoy, todas estas compañías trabajan, de una forma u otra, con agencias gubernamentales para mejorar la seguridad nacional—ya sea en ciberseguridad, comunicaciones satelitales o desarrollo de inteligencia artificial. Cada vez más militares retirados y expertos en defensa se incorporan a sus equipos. Aun así, sin importar cuánto dinero generen, tanto el gobierno chino como el estadounidense siguen marcando las reglas del juego.

  • Las redes sociales y los modelos de IA de estas empresas son neutrales. A diferencia de muchas plataformas estadounidenses, donde los algoritmos pueden reflejar las convicciones personales de sus líderes y el estado de la política en el país, las empresas chinas incorporan mecanismos de autocensura directamente en sus algoritmos y resultados. Promueven la armonía social por encima de la libertad individual, y el contenido debe contribuir al bienestar colectivo, evitando divisiones internas. Sin embargo, cuando estas mismas plataformas operan en países considerados adversarios, los algoritmos pueden orientarse para crear el efecto opuesto: fomentar la polarización y el conflicto social. Un caso claro es como Tiktok muestra la guerra en Israel y Ucrania entre los jóvenes americanos.

Mis predicciones:

  • Más hardware, además del software. Durante años, estas compañías se enfocaron en el desarrollo de software con altos márgenes y poco riesgo. Eso está cambiando. Hoy construyen sus propios centros de datos para entrenar modelos de inteligencia artificial y lanzan sus propias constelaciones de satélites, como hace SpaceX. En la guerra de Ucrania, los satélites de Starlink fueron clave para asegurar las comunicaciones del frente, resistentes incluso a ciberataques rusos. Microsoft, por su parte, fue esencial al trasladar la infraestructura digital del gobierno ucraniano fuera del país días antes de la invasión.
  • Los hiperescaladores son ya parte del nuevo complejo industrial-militar estadounidense. Cualquiera de estas empresas gana, en un solo trimestre, más que Boeing o Lockheed Martin en todo un año. Y lo hacen siendo más dinámicas, más innovadoras y menos burocráticas que las tradicionales compañías de defensa. Durante años, el Pentágono y sus contratistas desarrollaron sistemas sofisticados como el F-35, un avión de combate sigiloso que cuesta más de 100 millones por unidad. Pero las guerras modernas, como muestra Ucrania, se están peleando con drones baratos, autónomos, desechables y letales. Muchos estrategas se preguntan por qué seguir arriesgando soldados o equipos caros cuando la tecnología permite combatir de una manera más eficiente aprovechando al máximo la inteligencia sobre el enemigo utilizando armas de precisión y largo alcance. Compañías como Palantir, que desarrolla software para inteligencia, o Anduril, que fabrica drones autónomos, ya están definiendo cómo se lucharán las guerras del futuro. No sería raro que los hiperescaladores pronto empiecen a fabricar este tipo de sistemas. Gran parte de la reindustrialización estadounidense—más allá de cualquier impacto que puedan tener las tarifas—tendrá como pilar central a los sectores vinculados con la seguridad nacional.

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