Geopolítica Simplificada

73. El Futuro Sombrío de Gaza (Publicado en Octubre 2025)

Finalmente, la guerra terminó. Los rehenes regresaron con sus familias y cesaron las muertes de civiles y soldados. Trump desplegó todo el poder de Estados Unidos para obligar a las partes a aceptar un acuerdo. Netanyahu no logró destruir completamente a Hamás, pero el grupo tuvo que liberar a todos los rehenes, su último instrumento de negociación. Trump también presionó a los países del Golfo, que, junto con Turquía y Egipto, impusieron un ultimátum que dejó a Hamás sin margen de maniobra. Turquía necesita desesperadamente los aviones F35 americanos para modernizar su fuerza área y a Egipto le aterra la idea que más de un millón de palestinos sean desplazados al Sinaí.

La sociedad israelí, aunque herida, volverá a hacer lo que mejor sabe: reconstruirse, aprender de sus errores en inteligencia y defensa, y seguir edificando una sociedad abierta basada en la innovación, el debate y los valores occidentales. En cambio, el futuro de Gaza luce sombrío. La creación de un Estado palestino parece más lejana que nunca; su infraestructura civil quedó en ruinas, y la gran autonomía que Israel otorgaba a las organizaciones internacionales, incluida la ONU, para sostener su desarrollo pertenece ya al pasado.

Mitos Comunes:

  • No se puede destruir a Hamas porque es un movimiento. Muchos analistas sostienen que Hamas seguirá reclutando combatientes mientras los palestinos no tengan un Estado o mientras exista Israel. Sin embargo, un movimiento no puede sobrevivir sin estructura ni recursos. Hamas puede mantener su ideología, pero sin financiamiento externo ni control territorial pierde toda capacidad de proyección política y militar. Al Qaeda es un buen ejemplo: aún conserva seguidores dispersos en el mundo, pero no controla territorio ni representa una amenaza estratégica para ningún Estado.

Mis Predicciones:

  • Hamas no volverá a gobernar Gaza. Israel no lo permitiría. Durante años, muchos estrategas en Israel consideraron a Hamás funcional para debilitar a la Autoridad Palestina, lo que condujo a subestimar su capacidad operativa y sus incentivos para atacar. Esa complacencia se manifestó en la falta de fuentes de inteligencia dentro de Gaza. Si hoy Hamás intentara reconstruir una estructura paralela de poder, Israel desmantelaría esa capacidad política y militar antes de que pudiera consolidarse.
  • No volverá a haber un 7 de octubre. La ofensiva de Hamas en 2023 requirió al menos cuatro condiciones difíciles de replicar: un liderazgo dispuesto a ejecutar una operación compleja sin filtraciones, una infraestructura militar subterránea que permitió resistir la contraofensiva israelí, un ejército irregular con cierto grado de disciplina, y, quizás lo más importante, la complacencia del aparato militar y de inteligencia israelí. Tras la guerra, esas condiciones han desaparecido. El ejército israelí ha aprendido de sus errores, reforzando su sistema de inteligencia, la vigilancia fronteriza y los controles sobre Gaza. Ninguna guerra es igual a la anterior, y la próxima resistencia palestina se parecerá más a las intifadas de los años 90 que a una ofensiva militar organizada. El ingreso de trabajadores palestinos a Israel, que proporcionaba información y acceso a potenciales terroristas, tampoco volverá a los niveles previos al conflicto.
  • La reconstrucción de Gaza será limitada. Sin seguridad no puede haber desarrollo. Cualquier intento de reconstrucción carecerá de sostenibilidad mientras persistan las divisiones políticas y la amenaza de nuevos enfrentamientos. Gaza seguirá dependiendo de la ayuda internacional, que se transformará en su principal fuente de subsistencia y, a la vez, en un nuevo campo de disputa entre las facciones locales por el control de los recursos. El enclave continuará atrapado en un ciclo de pobreza y violencia crónica, más cercano a una guerra civil de baja intensidad que a un proceso real de recuperación.
  • La desradicalización de Gaza no sucederá. Sin reconstrucción, ni empleo suficiente ni una seguridad interna sólida, será prácticamente imposible reemplazar la idea de “destruir a Israel” por un mejor futuro mejor para las nuevas generaciones. Reconstruir Gaza exige recursos financieros enormes y el compromiso político concertado de los líderes locales y de los principales actores regionales: los países del Golfo, Egipto, Arabia Saudita y Turquía. Cuando surjan las primeras disputas sobre quien gobierna Gaza, estos países priorizarán la estabilidad regional, y el compromiso americano por garantizarla, más que el desarrollo económico y social de Gaza.
  • Avanzarán los Acuerdos de Abraham. Estos acuerdos se mantuvieron firmes a pesar de más de dos años de guerra. Por otra parte, Arabia Saudita e Israel nunca rompieron la cooperación en inteligencia y seguridad; formalizar esa relación es solo cuestión de tiempo. Así como Estados Unidos está endorsando la paz actual, cumplirá el mismo rol en los próximos acuerdos. Estos nuevos acuerdos solo harán proclamaciones simbólicas sobre Gaza. La historia continuará su curso, y los países europeos que han apoyado a la causa palestina seguirán viendo la historia desde el espejo retrovisor. Lamentablemente el futuro de Gaza será sombrío después de una guerra sin sentido.

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