Geopolítica Simplificada

67. ¿La Cumbre de Xi es el Inicio de un Nuevo Orden Mundial? (publicado en Septiembre 2025)

Antecedentes:

En estos días, más de 20 líderes de países que representan más de un cuarto de la población mundial se reunieron en Pekín para conmemorar el 80° aniversario de la victoria china en la Segunda Guerra Mundial. Xi buscó mostrarle al mundo que existe una alternativa de orden y estabilidad frente a la imprevisibilidad y volatilidad de Trump. Frente a esto, también muchos países sienten la necesidad de diversificar aún más sus relaciones políticas y económicas. China, como segunda potencia mundial, empieza a mostrar sus músculos frente a Estados Unidos, que continúa siendo la primera potencia y el líder que impuso las normas vigentes del orden internacional tras ganar la Guerra Fría. En particular, India y Rusia se muestran cómodos con el liderazgo desafiante de Pekín, que contrapesa las demandas de Washington de seguir siendo garante del orden imperante.

Mitos Comunes:

  • La lógica de los negocios es extrapolable a la geopolítica mundial. En el mundo de los negocios, generalmente la mera amenaza de conflicto suele acelerar el acercamiento entre las partes y facilitar una negociación. En cambio, en la rivalidad entre las grandes potencias la dinámica es mucho más compleja. Los intereses nacionales —económicos, de seguridad o estratégicos— evolucionan con el tiempo y rara vez se resuelven con una negociación rápida. A esto se suman los intereses de los líderes de turno, que muchas veces usan el escenario internacional como herramienta para consolidar su poder interno. Si bien la lógica empresarial puede ser útil para resolver disputas puntuales, resulta insuficiente cuando choca con la compleja realidad de las relaciones internacionales. La diplomacia es un arte milenario, ejercido por estudiosos del comportamiento humano y moldeado por siglos de historia y poder.

Mis Predicciones:

  • La cumbre no representa todavía un nuevo orden internacional, pero sí una señal de alerta para Trump. China, Rusia e India representan alrededor del 40% de la población mundial y cerca del 25% de la economía global. Sin embargo, no están en condiciones de dictar por sí solos las normas de un nuevo orden. Lo que los une hoy es la resistencia a las imposiciones de Trump en materia de tarifas. Pero más allá de ese punto en común, sus intereses son diversos y muchas veces contrapuestos. En lo económico pueden aprovechar el comercio entre ellos para sostener su crecimiento, pero todavía tienen innumerables puntos de conflictos en sus fronteras sin resolver. Entre Pekín y Nueva Delhi, por ejemplo, no hubo vuelos directos durante casi tres años debido a los choques fronterizos en Ladakh. Además, compiten por influencia en países periféricos como Bangladésh o Bután.

 

  • Trump hará más política que negocios para cerrar los tratados comerciales. Hasta ahora, Trump aplicó su lógica de hacer deals para alcanzar tratados más “equitativos” para Estados Unidos. Para él, es justo que Estados Unidos cobre una “prima” por mantener el orden internacional que beneficia al resto del mundo. Pero Trump subestima la capacidad de otros líderes mundiales —ya sea democráticos, como Modi, o autoritarios, como Xi— de absorber costos económicos a cambio de preservar orgullo y autonomía nacional. Ya lo vio con Modi: pese a las tarifas del 50% que Trump impuso, India siguió comprando petróleo barato a Rusia. Modi prefirió sacrificar algo de crecimiento económico antes que mostrarse sumiso frente a Trump. También lo comprobó con Xi: lejos de retroceder, China respondió a las tarifas con restricciones a las exportaciones de minerales raros, clave para la industria tecnológica estadounidense, obligando a Trump a sentarse a negociar. La competencia entre grandes potencias no se resuelve con la lógica de una transacción comercial. Es un juego continuo, más complejo y estratégico que cualquier negociación de negocios.
  • Los países periféricos y pequeños buscarán cada vez más cobertura. A diferencia de las grandes potencias como India o Rusia, y de países medianos con cierto margen de autonomía como Turquía o Brasil, los países pequeños —como Vietnam, Filipinas, Tailandia o incluso naciones latinoamericanas como Chile y Perú no pueden darse el lujo de confrontar abiertamente ni con la primera ni con la segunda potencia mundial. Necesitan, al mismo tiempo, complacer a Trump y mantener buenas relaciones con Xi. Su margen de maniobra se achica a medida que Estados Unidos y China intensifican su confrontación abierta, obligándolos a navegar entre concesiones económicas y compromisos diplomáticos. El mundo es cada vez más complejo cuando la segunda potencia confronta directamente con la primera por el liderazgo mundial.

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