Geopolítica Simplificada

61. La Unica Manera de Frenar a Putin

Antecedentes:

Rusia ya ha perdido más de un millón de soldados entre muertos y heridos desde que comenzó la invasión a Ucrania. Van más de cuatro años de guerra, y por cada decena de metros ganados, el Kremlin sacrifica cientos de jóvenes al día. La economía rusa comienza a mostrar signos claros de agotamiento: escasez de mano de obra, inflación persistente por las sanciones, y un gasto militar descontrolado. Mientras tanto, Putin sigue negociando con Trump, prometiéndole que la paz es posible, pero solo si Ucrania acepta condiciones inaceptables, tanto para su propia supervivencia como para la seguridad del resto de Europa. Sin embargo, la mirada de Trump empieza a alinearse —al menos parcialmente— con la de varios líderes europeos: todos entienden que la única forma de forzar a Putin a un cese al fuego es aumentar la ayuda militar a Ucrania. Putin, por su parte, no da señales de agotamiento. Sabe que conquistar toda Ucrania sin una conscripción masiva es imposible, pero también entiende que cuanto más territorio capture, más sólida será su nueva narrativa imperialista dentro de Rusia.

Mitos Comunes:

  • Rusia se está quedando sin soldados. Si bien cada vez es más difícil reclutar hombres para el frente, el ejército ruso sigue ofreciendo bonificaciones exorbitantes, de hasta 30.000 dólares por enlistarse —una cifra que representa una fortuna en muchas regiones del país. Putin continúa atrayendo jóvenes de las zonas periféricas, donde hay jóvenes que nunca soñaron ganar esa cifra a lo largo de sus vidas. Además, sigue importando soldados norcoreanos. Kim Jong-un habría enviado hasta 25.000 nuevos efectivos, sin que le tiemble el pulso pese a haber perdido más de 5.000 hombres del primer contingente.
  • La economía rusa colapsará por la guerra. Aunque hay señales claras de recesión e inflación, Rusia todavía puede sostener su economía de guerra durante varios años. El Kremlin ha venido usando su fondo soberano, alimentado por décadas de exportaciones de energía, para financiar el esfuerzo bélico. Ese fondo se está agotando, sí, pero aún le queda resto para seguir gastando. Putin está dispuesto a redirigir todo recurso posible de la economía hacia la guerra, sacrificando el futuro del país. Rusia mantiene una deuda baja, y todavía cuenta con ingresos constantes por la venta de gas y petróleo, sectores que el Estado controla. En conclusión, el deterioro de la economía continuará, pero no habrá un colapso inmediato.
  • Más sanciones torcerán el brazo de Putin. Hasta ahora, el impacto de las sanciones ha sido desparejo y limitado. Rusia logra mantener viva su economía —y su maquinaria militar— triangulando insumos a través de las exrepúblicas soviéticas y China. El petróleo ruso sigue fluyendo a través de una flota “fantasma” de buques, que se vende con grandes descuentos a países dispuestos a mirar hacia otro lado. Y en Europa, las sanciones financieras son difíciles de aplicar de forma eficaz: a diferencia de Estados Unidos, que tiene un sistema centralizado alrededor del dólar, la eurozona depende de la ejecución individual de cada país miembro, lo que diluye la fuerza de cualquier medida.

Mis Predicciones:

  • Putin no llamará a una conscripción obligatoria y Occidente no proveerá soldados en el terreno. El contrato social implícito entre la sociedad rusa y Putin consiste en garantizar cierto nivel de prosperidad económica a cambio de ceder los derechos políticos. Una conscripción masiva —necesaria para lograr una victoria decisiva en el campo de batalla— rompería ese pacto. Por otro lado, Europa no puede enviar tropas a Ucrania, ni siquiera en funciones de apoyo. Sería declarar la guerra directamente a Rusia, un paso escalatorio que ningún líder europeo está dispuesto a tomar.
  • Trump y los países europeos aumentarán significativamente la ayuda militar
    Y no solo en términos defensivos, sino también ofensivos.
    Si Putin puede seguir reclutando jóvenes desesperados y contratando tropas extranjeras, y si una crisis financiera no es inminente, entonces la única forma realista de frenarlo es rearmar a Ucrania. Hasta ahora, la ayuda militar occidental fue incremental y en su mayoría defensiva, como las baterías Patriot. Las pocas armas ofensivas que se enviaron —como los misiles HIMARS— tienen un alcance limitado, incapaz de alcanzar los centros logísticos rusos alejados del frente. Ahora, Ucrania necesita armamento ofensivo de largo alcance. Y finalmente, tanto Trump como los líderes europeos parecen haber encontrado una solución que satisface la narrativa transaccional trumpista: Estados Unidos le vende las armas a Europa, y Europa se las dona a Ucrania. La estrategia, la narrativa y las armas empiezan a converger. Y con ellas, la posibilidad real de frenar a Putin.

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