Antecedentes:
Hace exactamente un año decidí tomar el riesgo de hacer predicciones sobre lo que podría suceder en el mundo en un futuro próximo. Ya pasaron doce meses desde que comenzó esta columna, y es momento de hacer una autocrítica: evaluar qué aciertos tuvimos, en qué nos equivocamos y si vale la pena seguir leyéndola. Antes de repasar los casos concretos, algunas aclaraciones. Un 43% de las predicciones aún son inciertas, simplemente porque no ha pasado el tiempo suficiente para que se verifiquen. Algunos ejemplos claros:
- La posible venta de TikTok a grupos económicos estadounidenses. Trump sigue postergando la fecha límite para que eso ocurra, pero todo indica que eventualmente sucederá, sobre todo si las tensiones con China continúan creciendo.
 - La predicción de un distanciamiento entre China y Rusia. Si bien se registró un hecho significativo —el envío de tropas norcoreanas a Ucrania, que fue cuestionado en círculos diplomáticos chinos—, aún es pronto para hablar de una fisura seria en esa alianza.
 - La desaceleración de la economía china. Aunque ya se observan algunos síntomas de enfriamiento, la continua expansión del crédito estatal al sector privado ha logrado sostener el crecimiento, al menos por ahora.
 - Otras predicciones recientes, como un posible bombardeo israelí a instalaciones nucleares en Irán o la irrupción de los “bond vigilantes” como fuerza disciplinadora de la política fiscal estadounidense, todavía son demasiado recientes como para evaluarlas.
 
Aciertos:
El 49% de las predicciones realizadas resultaron acertadas. Entre las más relevantes se destacan:
- La creciente dominancia de los autos eléctricos chinos a nivel global.
 - El fin de la “dolce vita” europea, con el consecuente aumento del gasto en defensa.
 - El pragmatismo socialista de Sheinbaum en México y su buena sintonía con Trump.
 - La escasa relevancia práctica de los BRICS, más allá de los titulares.
 - La irrelevancia de los anuncios de Trump sobre la compra de Groenlandia o la amenaza de nacionalizar el Canal de Panamá.
 
Tal vez la predicción más precisa —y menos obvia— fue anticipar que Trump reduciría la importancia de las tarifas una vez que la economía estadounidense y sus votantes comenzaran a sentir los efectos negativos en el corto plazo. También fue acertado prever el limitado impacto de Musk en su intento de achicar el Estado, así como su posterior frustración con “dodge”. Otra predicción que se cumplió fue la corta duración y la naturaleza limitada del conflicto entre India y Pakistán, sin una escalada nuclear.
Vale aclarar que la efectividad de una predicción también depende del riesgo que implica hacerla. No tendría sentido leer esta columna si todas las predicciones fueran incorrectas, pero tampoco si fueran infalibles. Una predicción obvia —como “no habrá guerra entre Canadá y Estados Unidos”— es tan inútil como una absurda sin sostén lógico —como “China atacará a Japón en el próximo año”.
Desaciertos:
Representaron el 6% del total, es decir, tres predicciones claramente erróneas.
La primera —y más importante— fue anticipar que la guerra entre Rusia y Ucrania terminaría pronto. Subestime la capacidad de Putin para sacrificar miles de vidas jóvenes a cambio de ganar unos pocos kilómetros de terreno y seguir postergando negociaciones con Trump, todo mientras avanza en el terreno. También subestime la capacidad de adaptación de la economía rusa para evadir sanciones occidentales y continuar vendiendo petróleo a China, India y otros países mediante una “flota fantasma” de buques sin registro.
La segunda fue pronosticar que la Reserva Federal comenzaría a bajar las tasas en septiembre de 2024. El análisis, en retrospectiva, fue apresurado. Asumimos que el entorno político no alteraría el curso económico. Pero con la victoria de Trump, y su programa de nuevas tarifas a las importaciones, surgieron presiones inflacionarias que pusieron en pausa cualquier baja de tasas.
La tercera predicción fallida fue afirmar que Trump no volvería a negociar con Irán sobre su programa nuclear y que se alinearía con Israel en un ataque preventivo. En los hechos, Trump ha demostrado que prefiere negociar duramente antes que escalar a un conflicto bélico. Lo hizo con los hutíes y lo está tratando de hacer con Putin en Ucrania. Irónicamente, Netanyahu parece tener menos influencia con Trump que la que tuvo Biden. Actualmente Trump está negociando con Irán —aún sin saber si con éxito— y también con países del Golfo, Arabia Saudita y Siria sin la presencia de Israel. La imprevisibilidad de Trump alcanza tanto a sus rivales como a sus aliados.
Conclusión:
Sigue valiendo la pena leer esta columna, siempre y cuando la encuentren interesante y entretenida. Las predicciones intentan estar fundamentadas en lógica, historia y un análisis riguroso. Para esto intentamos leer y escuchar a los mejores analistas del mundo en economía, política, estrategia militar y relaciones internacionales. Por otro año más de predicciones acertadas, errores útiles, y temas que nos ayuden a entender mejor el mundo. Gracias por acompañarme.