Antecedentes:
Cuando Trump anunció aranceles del 145% a los productos chinos, pensó que Xi acudiría a la mesa de negociación. Pero Xi no lo hizo y respondió aplicando aranceles similares a los productos estadounidenses, instaurando de facto un embargo mutuo entre las dos economías más grandes del mundo. Así se configuró un “Chicken Game”, donde ambas potencias se enfrentaban en una colisión económica. La clave en este juego es quién parpadea primero, y fue Trump quien lo hizo, enviando al secretario del Tesoro, Scott Bessent, para ofrecer una reducción de aranceles y desescalar el conflicto, a lo que los chinos accedieron. Trump comprendió que el impacto de las tarifas sobre la economía estadounidense sería devastador, especialmente para las pequeñas empresas que no tienen la espalda financiera para soportar la incertidumbre y las interrupciones de una guerra comercial.
Como anticipamos, Trump estaría condicionado en el corto plazo por las encuestas de su base electoral, que comenzaría a sufrir los efectos de los aranceles. En cambio, Xi puede darse el lujo de resistir más tiempo el dolor económico, otorgando créditos fiscales a los sectores más afectados y avivando sentimientos nacionalistas frente a lo que presenta como un ataque económico no provocado por Estados Unidos.
Sin embargo, aunque Trump cedió en este capítulo de la competencia económica, la rivalidad continuará, aunque de manera más ordenada. Ambas potencias comprenden que es necesario un mayor desacoplamiento económico, pero también que deben coordinar ese proceso para evitar daños internos que resultarían perjudiciales para ambos. La interdependencia entre ambas economías es tan profunda que movimientos bruscos podrían provocar ondas destructivas no solo en sus sistemas internos, sino en toda la economía mundial.
Mitos Comunes:
- Los nuevos acuerdos comerciales entre Estados Unidos y China evitarán una guerra por Taiwán. Si bien la interdependencia económica entre ambas potencias continuará durante décadas, ninguno de los dos países subordinará sus objetivos estratégicos al beneficio económico que genera el comercio. Un ejemplo claro es el caso de Alemania, que pensó que Rusia no invadiría Ucrania por temor a perder su negocio de venta de gas a la industria alemana. Sin embargo, Rusia decidió sacrificar su mayor fuente de ingresos en nombre de su estrategia de expansión territorial, y Alemania aprendió que la interdependencia económica no es garantía para evitar futuras guerras.
 
Mis predicciones:
- No habrá más “Chicken Games” entre ambos países por el comercio (aunque sí podrían ocurrir militarmente por Taiwán). Las tarifas bajarán y se estabilizarán entre el 10% y el 20% para China, con tarifas sectoriales más altas en áreas clave que cada país considera estratégicas. Habrá negociaciones duras y puntuales, donde ambos cuidarán sus intereses estratégicos de fondo. Por ejemplo, China pondrá aranceles y restricciones a compañías tecnológicas estadounidenses y minerales raros; mientras que Estados Unidos se enfocará en autos eléctricos, equipos de telecomunicaciones, paneles solares y drones.
 - El fentanilo será un punto de acuerdo común en las negociaciones. China produce gran parte de los precursores químicos del fentanilo a nivel mundial. Trump exigirá que se eliminen subsidios a la producción y que se controle en China el envío de pequeños paquetes, el principal canal por el que ingresa la materia prima a Estados Unidos. La lucha contra el fentanilo fue un eje central en la campaña de Trump. Xi podría estar dispuesto a ceder en este punto, dándole a Trump una victoria simbólica fácil y allanando el camino para otras áreas que requieren acuerdos más complejos.
 - Las tarifas estadounidenses al resto del mundo se estabilizarán alrededor del 10% con regímenes especiales más elevados como, por ejemplo, autos y acero. Esta fue la base del primer acuerdo firmado con el Reino Unido, y probablemente se replicará con otros países. Trump presentará estas tarifas como victorias negociadoras y como una nueva fuente de ingresos para reducir el déficit fiscal. Aunque estas tarifas no generen balances comerciales positivos para Estados Unidos, Trump insistirá en que son fundamentales para su estrategia de reindustrialización. También estos anuncios serán acompañados por compromisos para invertir en Estados Unidos como hicieron los países del golfo en la última semana. Trump es el único líder del mundo que puede permitirse jugar con la economía de su país en el corto plazo sin consecuencias políticas inmediatas: a pesar de la incertidumbre generada por las tarifas, la economía estadounidense sigue siendo la más dinámica del planeta.