Antecedentes:
India y Pakistán son enemigos existenciales. Desde la partición del subcontinente en 1947, tras el fin del dominio colonial británico, ambos países se enfrentaron en varias guerras, siendo las primeras las más sangrientas, con millones de muertos. India es gobernada por una mayoría hindú, mientras que Pakistán lo es por una mayoría musulmana. La principal disputa gira en torno a la región montañosa de Cachemira, un territorio montañoso que también es reclamado, y en parte controlado, por China.
India y Pakistán definen su estrategia de defensa nacional en función de la amenaza percibida por el otro. A pesar de que India cuenta con el cuarto ejército más grande del mundo y Pakistán con el duodécimo, ambos poseen capacidades nucleares similares, con aproximadamente 175 ojivas cada uno.
En los últimos años, los enfrentamientos armados suelen comenzar tras un atentado terrorista vinculado, directa o indirectamente, a los servicios de inteligencia pakistaníes, lo que desencadena una respuesta militar convencional por parte de India. Tras varios intercambios de fuego, se reestablece una frágil disuasión: cada parte considera haber hecho lo necesario para advertir al otro de las consecuencias de repetir el ataque, sin escalar al uso de armas nucleares. Tanto políticos como líderes militares salvan su prestigio interno argumentando que han defendido exitosamente la soberanía nacional, y así se restaura una paz precaria.
Hoy, el intercambio militar aún no ha terminado y probablemente continúe algunos días más. La gran pregunta que se hacen todos es si esta vez el conflicto puede escalar hacia un enfrentamiento nuclear con repercusiones globales.
Mitos Comunes:
- Las armas nucleares hacen que el conflicto sea más peligroso. Si bien esto es cierto en términos destructivos —una guerra nuclear podría causar la muerte de hasta 100 millones de personas en pocos días —, la probabilidad de que ocurra sigue siendo extremadamente baja. Ambas partes comprenden que no existe forma de detener una represalia nuclear una vez que se ha lanzado un primer ataque. Además, la existencia de armas nucleares restringe severamente las maniobras militares convencionales. De hecho, los conflictos entre India y Pakistán después de adquirir capacidades nucleares en los años 70’s han sido mucho más limitados que los anteriores. Ambos gobiernos y sus fuerzas armadas buscan restablecer la disuasión tras cada incidente, pero son muy cuidadosos de no enviar señales equivocadas que puedan desencadenar una escalada incontrolada. En esta coreografía tensa, la amenaza nuclear, paradójicamente, ha impuesto cierta moderación.
 
Mis predicciones:
- No habrá una guerra nuclear. Aunque la disputa por Cachemira aviva el nacionalismo en ambos países, no hay un peligro existencial ni una amenaza directa a intereses vitales que justifique el uso de armas nucleares. Ni el régimen autoritario paquistaní ni la democracia india están en riesgo. Cachemira no tiene recursos estratégicos como petróleo, ni una población significativa como en Ucrania, ni produce tecnología clave como los microprocesadores para inteligencia artificial de Taiwán. Más que una necesidad de seguridad nacional, Cachemira representa un símbolo del conflicto histórico y la enemistad mutua. También los líderes de ambos países saben que en una guerra nuclear no habría ganadores.
 - El conflicto crónico entre India y Pakistán siempre ha influido en el sistema de alianzas global. China ha sido el aliado natural de Pakistán, mientras que la Unión Soviética —y luego Rusia— jugaron ese papel con India. Ambos brindaron apoyo económico y militar. Estados Unidos, por su parte, ha sido un aliado circunstancial de ambos. Con Pakistán, durante la Guerra Fría, apoyó a los muyahidines contra la Unión Soviética en Afganistán, y luego cooperó en la guerra contra el terrorismo. Con India, Estados Unidos ha construido vínculos más estables, impulsados por su carácter democrático y su peso geopolítico como la democracia más poblada del mundo.
 - La creciente rivalidad entre China y Estados Unidos alterará esta dinámica. Washington desconfía cada vez más de Pakistán, especialmente tras descubrir que Osama Bin Laden vivía cerca de una base militar en las afueras de Islamabad mientras el país colaboraba con Estados Unidos en operaciones antiterroristas. Además, sectores del aparato de inteligencia paquistaní han apoyado a grupos islamistas radicales que no solo buscan desestabilizar India, sino que también representan amenazas para intereses estadounidenses. Asimismo, China ha desplazado a Estados Unidos como el principal inversor en Pakistán sementando la alineación estratégica entre ambos países. Por otro lado, el ascenso económico y militar de China ha generado preocupación en India – comparten casi 3.500 kilómetros de frontera – y ha abierto la puerta a una mayor cooperación económica y militar con Estados Unidos. No es casualidad que empresas como Apple estén trasladando gran parte de su producción de China a India. En la nueva competencia global, muchas veces el enemigo de mi enemigo se convierte en mi nuevo aliado.