Geopolítica Simplificada

48. Israel vs Irán (El Próximo Capítulo)

Antecedentes:

En las últimas semanas, Estados Unidos e Irán han estado negociando sobre el programa nuclear iraní. En principio, la posición de Trump coincidía con la de Netanyahu: el desmantelamiento total del programa nuclear a cambio del levantamiento de sanciones económicas. De lo contrario, ambos países amenazaban con destruir las instalaciones mediante un ataque militar. Sin embargo, en los últimos días, el ala más negociadora del equipo de Trump estaría dispuesta a aceptar que Irán continúe con su programa nuclear civil bajo monitoreo internacional, en una fórmula similar al acuerdo firmado por Obama en 2015.

Pero Israel no confía en que Irán cumpla con su parte del acuerdo. Sabe que, como sucedió en el pasado con Corea del Norte, Irán es un país grande, con muchos recursos, y podría desarrollar un programa secreto que lo deje a un paso de fabricar la bomba. El objetivo estratégico de los ayatolás siempre ha sido contar con al menos diez armas nucleares que sirvan como disuasión ante cualquier ataque, ya sea de Israel o de cualquier otro actor. Sería, para el régimen, la mejor garantía de supervivencia.

Al mismo tiempo, Israel entiende que un ataque preventivo exitoso —en solitario o junto con Estados Unidos— podría poner en jaque al régimen iraní, que ya enfrenta una fuerte pérdida de legitimidad interna y una economía cada vez más frágil.

Israel percibe una ventana de oportunidad estratégica. Irán ha perdido su principal herramienta de disuasión en la región: sus milicias y aliados, como Hamas, Hezbolá, Assad y los hutíes, se encuentran debilitados o contenidos. Además, existe el temor de que, con el tiempo, Irán logre acercarse más a Rusia y China, consiguiendo garantías de seguridad que hoy todavía no posee.

Mitos comunes:

  • Israel tiene la capacidad de destruir por completo el programa nuclear iraní. Aunque Israel posee superioridad aérea y capacidad misilística, no cuenta por sí solo con todos los medios necesarios para eliminar por completo las instalaciones nucleares iraníes. Para alcanzar los búnkeres subterráneos más profundos, Israel necesitaría la colaboración de bombarderos estratégicos estadounidenses —como los B-2, estacionados en la isla de Diego García— que son los únicos capaces de transportar las bombas de 30 toneladas requeridas para ese tipo de objetivos. Los aviones israelíes solo pueden cargar bombas de hasta dos toneladas. Además, Israel no dispone de suficientes aviones cisterna para realizar un ataque masivo y sostenido sobre territorio iraní. En resumen, un ataque israelí podría ser exitoso en términos tácticos, pero sus efectos serían limitados.

Mis predicciones:

  • Si Estados Unidos no acompaña a Israel y firma un acuerdo similar al de 2015, Israel llevará a cabo una operación limitada. Desde hace años, la estrategia israelí para frenar el avance nuclear iraní ha sido el asesinato de miembros clave del programa nuclear. Pero Israel sabe que las personas pueden ser reemplazadas, y que la única forma de frenar el desarrollo es destruir físicamente las instalaciones. Para lograrlo, no bastaría con bombardeos aéreos: también serían necesarias fuerzas especiales que ingresen a las instalaciones y las destruyan desde dentro. Israel ya realizó operaciones similares con éxito, como la destrucción de una fábrica subterránea de misiles de Hezbolá en Siria. Sin embargo, en Irán el riesgo sería mucho mayor: sus fuerzas militares están mejor preparadas para estos ataques. Israel debería generar un elemento sorpresa que le otorgue ventaja táctica. Aun así, el ataque sería limitado y probablemente no lograría desmantelar completamente el programa nuclear.
  • Si actúan juntos, podrían ejecutar un bombardeo de una semana, destruyendo casi por completo todas las instalaciones iranies. Con apoyo aéreo y de inteligencia estadounidense, una operación conjunta tendría altísimas probabilidades de éxito. Podría durar apenas una semana y lograr no solo los objetivos militares, sino también desestabilizar al régimen iraní. El desafío para Estados Unidos sería la reacción internacional. China y Rusia liderarían las críticas por una agresión sin provocación directa; Europa denunciaría la similitud con la guerra iniciada por Rusia contra Ucrania. En cambio, varios países árabes —aunque satisfechos en privado— criticarían en público el ataque por temor al resurgimiento de una nueva ola de grupos extremistas fundamentalistas y antiamericanos que podrían desafiar sus regímenes.

El cálculo estratégico de Trump. Aunque repite que no quiere “guerras interminables” para Estados Unidos, Trump también cree que es mejor lograr un buen acuerdo que no tener ninguno. Sin embargo, no dudaría en utilizar una guerra para dominar la agenda internacional y movilizar a su base doméstica si las negociaciones por las tarifas fracasan o si pierde apoyo por la inflación o una recesión. Trump es un político de instinto: privilegia el corto plazo, no teme tomar decisiones arriesgadas y le gusta ejercer el rol de comandante en jefe del ejército más poderoso del mundo.

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