Antecedentes:
Hay grandes diferencias en el mundo cuando asumió Trump en el 2017 y el que enfrentará en 2025. Por un lado, el mundo es mucho más peligroso ahora. Rusia, China y, en menor medida, Irán y Corea del Norte conforman lo que muchos llaman un nuevo “eje desestabilizador”, que desafía el orden internacional establecido desde la Segunda Guerra Mundial. Estos países percibieron una debilidad relativa de Estados Unidos durante la presidencia de Biden y calcularon que podían aprovecharla. Por ejemplo, Putin se animó a invadir Ucrania y China amenaza con invadir Taiwán. Pero paradójicamente, Estados Unidos es actualmente más poderoso económicamente en comparación con hace ocho años: su economía ha continuado creciendo, mientras que las de China y Rusia enfrentan problemas estructurales difíciles de resolver.
Por otro lado, Trump llega a este mandato con mucha más experiencia como presidente. Su actual equipo de política exterior, encabezado por Marco Rubio y Michael Waltz, es más cohesionado y disciplinado, compartiendo una agenda clara y alineada con el presidente. Este equipo defiende la noción de alcanzar la paz a través de la fortaleza del poderío económico y militar estadounidense. Para lograrlo, consideran que Estados Unidos no solo debe ser poderoso, sino también ejercer ese poder de forma estratégica, tanto bilateralmente como en todos los foros internacionales.
Mitos comunes:
- Trump percibe al mundo de forma transaccional, lo que lo hace más peligroso y cortoplacista. Aunque el discurso de Trump puede parecer errático e imprevisible, esto no debe confundirse con falta de seriedad o de estrategia. Trump no debe ser interpretado literalmente. De hecho, su imprevisibilidad puede ser una herramienta poderosa en las negociaciones dentro del juego de poder de las grandes potencias. Por ejemplo, y contrariamente a Trump, Putin y Xi Jinping entendieron perfectamente los límites autoimpuestos por Biden al apoyar militarmente a Ucrania, motivados por el temor de escalar el conflicto a una fase nuclear. Del mismo modo, Khamenei siempre supo que Biden presionaría a Israel para disuadirlo de lanzar un ataque masivo contra Irán por miedo a un aumento drástico en los precios del petróleo. La excesiva previsibilidad de Biden tuvo sus costos.
Mis predicciones:
- La política exterior de Trump será menos ambigua y mas asertiva. La política exterior de Biden fue demasiado ambigua con rivales y aliados. Por ejemplo, Putin entendió que Biden no sería contundente con la ayuda militar a Ucrania para permitirle una victoria militar. Lo mismo ocurrió con irán, dejando que avanzara con el apoyo a sus proxis. Su política exterior siempre fue reactiva e incremental. Trump, en cambio, tiene la credibilidad para actuar con mayor claridad y fuerza. Con Putin, por ejemplo, puede presentar los beneficios concretos de un armisticio, pero también detallar las sanciones económicas y la intensificación del apoyo militar a Ucrania si no se alcanza un acuerdo. Otro caso es Qatar, donde la dualidad de ser mediador de conflictos y al mismo tiempo, refugio de los líderes de Hamas, prevaleció con Biden. Trump limitará significativamente su margen de maniobra, exigiendo definiciones claras: los aliados son aliados, o no lo son. Otro ejemplo es la reciente participación del enviado especial de Trump, Steve Witkoff, en las negociaciones entre Hamas y Israel. Amigo personal de Trump, desarrollador inmobiliario y sin experiencia diplomática, presionó con éxito a las partes para que lleguen a un acuerdo antes de la asunción del nuevo presidente.
- Los aliados de Estados Unidos no se confundirán con la “imprevisibilidad” de Trump: Muchos comentadores de los medios tradicionales confunden imprevisibilidad con debilidad. Sin embargo, los aliados de Estados Unidos han aprendido a leer entre líneas. Por ejemplo, las críticas de Trump a la OTAN en 2017 sobre el bajo gasto en defensa llevaron a un aumento significativo del presupuesto militar de los miembros, sobre todo tras la invasión rusa de Ucrania. Lo mismo ocurrió con los aliados en el pacifico cuando Trump comenzó a alertar sobre las ambiciones expansionistas de China. Desde entonces aliados en el Pacífico como Japón, Corea del Sur, Filipinas y Australia han reforzado sus doctrinas militares para contener a China colectivamente. Las alianzas militares disuaden a los contrincantes a no hacer la guerra cuando su compromiso se materializa con preparación, inversión y planificación. Mantener ejércitos es costoso, pero mucho más es pelear una guerra.